domingo, 24 de octubre de 2010

Libro sobre psicochamanismo

Si a usted le gustan la meditación, los sueños y las aventuras ajenas, este libro podría ser de su agrado. Yo lo he leído con mucho gusto, estoy segura que ha cambiado algunas cosas aquí y allá en mi vida, y me ha ayudado a organizarme en lo que a voluntades se refiere. No es un libro de autosuperación, es un libro de autoconquista. No se deje convencer por los resentidos que le dirán que si una cosa que si otra, ni se deje convencer por mí que si es esto o aquello; juzgue por usted mismo.

El collar del tigre, psicochamanismo y vida; de Cristóbal Jodorowsky. Descárguelo aquí.

Dos tipos de sueños lúcidos

Tengo dos tipos de sueños lúcidos, los que me ayudan y los que me entorpecen. Voy a dar un ejemplo de cada uno:

1.       Sueño lúcido liberador:
Llego a una plaza donde debo esperar a una chica para tomar el autobús o el tren juntas. Cruzando la plaza veo un policía o guarura, y me decido a preguntarle por dónde se llegaba al otro lado; este me dice que hay que bajar las escaleras de la plaza, que me siga derecho y las veré, aunque de lejos parezca que no hay nada. Entonces caminamos unos cuantos metros y seguimos sin ver escaleras, voy fijando mi vista al piso para encontrar algún camino secreto; de pronto llego a una orilla abismal y a mis pies están las escaleras, una construcción al parecer peligrosa: Cada escalón es de diferente tamaño y amplitud, así que para bajar algunos niveles había qué brincar, y en otras debíamos poner cuidado en pisar por angostas superficies. Cuando hemos llegado a la parte más vertiginosa, aprieto los ojos y me digo a mí misma: Esto tiene que ser un sueño, de ser así, estas escaleras tienen que reorganizarse a manera  que pueda bajarlas sin peligro, pues no tengo ningún motivo para desear que este camino sea más difícil de lo que parece. Al abrir los ojos las escaleras eran regulares, como las que vemos en la vida real; así bajé campante y terminó mi sueño.

2.       Sueño lúcido entorpecedor:
Soñé que estaba buscando un baño público; lo encontré en una sala de espera donde sentados, vi a dos de mis amigos de la universidad, con quienes ya no tengo contacto. Ellos se besaban en frente de mí y parecían no verme, yo hacía ruido, me movía y les hablaba pero ellos no me escuchaban. Me di cuenta que estaba en un sueño porque no estaba participando de la misma realidad, entonces me senté a ver su espectáculo que ya subía de tono. Al sentirme un poco contagiada de la calentura me imaginé que yo estaba en medio de ellos; al no conseguir sentir sus besos reales, y darme cuenta que mi calentura era intelectual y no sensitiva, me aburrí y me desperté.

Cuéntame tus sueños lúcidos.


Bautismo lunar, un primer acto psicomágico

Después de muchos años de revelarme contra la psicología y la religión, me di cuenta de lo mucho que me servían como herramientas para mejorar mi vida espiritual. Tuve que pasar por una oportunidad de reencuentro que me fue un poco dura dejar venir; había pensado por mucho tiempo que aquellos filósofos o buscadores de verdades, quienes habrían terminado recurriendo a su fe para explicarse las locuras de sus propias vidas, en realidad eran perdedores, pues habían fallado en su tarea. ¿Pero quién nos dice que la fe no es una verdad? Si para evolucionar hemos tenido fe en nosotros mismos.

No voy a ahondar en mi opinión personal sobre la fe, ni nada por el estilo. En esta ocasión vengo a contarles sobre mi primer acto psicomágico. Si alguno de ustedes no sabe lo que es la psicomagia, los refiero a este amplísimo blog escrito por Alejandro Jodorowsky y familia, en donde podrán encontrar una definición más acertada de actos psicomágicos. Para aquellos que al leer el nombre de este personaje, sienten como si un botón les activara un desagrado, sería bueno se preguntaran Por qué. En lo personal, soy seguidora ferviente de las enseñanzas de Alejandro y Cristóbal. No son mis ídolos, sino que sus vidas personales son un tanto parecidas a las mías, pues extrañamente tenemos tanto en común.

Los actos psicomágicos son como el más alto nivel de un acto simbólico, ya que tienen como función descodificar al inconsciente para sanarnos de traumas y problemas existenciales. Cuando yo supe de la existencia de un acto psicomágico, tenía ya mucho tiempo realizando actos simbólicos, lo que hemos escuchado mencionar como Arte terrorismo, poesía terrorista, terrorismo poético. Ponerse azúcar en los labios para besar al enemigo es un buen ejemplo de un acto simbólico.

De esta forma pues, elaboré mi primer acto simbólico para sanarme de un pasado lleno de dolor y malentendidos. Le llamé bautismo lunar porque lo realicé bajo la luz de la luna llena de Octubre, y porque tenía que ver con el bautismo cristiano. A saber, el que no haya leído mis publicaciones anteriores, o lo haya simplemente olvidado, fui criada en una familia católica, muy ferviente; mi nombre, palabra cargada de significados religiosos, se llenó a través de los años de pesados traumas y asociaciones maléficas para mi lado espiritual. Entonces, organicé un ritual para desbautizarme cristianamente (ritual al que fui impuesta a pocos meses de mi nacimiento), para romper con aquella obligada relación que guardé con Jesucristo, y a su vez, liberarnos el uno de cualquier responsabilidad del otro.

Vestida de blanco, a las 9 de la noche del día 23 del mes de Octubre, durante la luna llena, realicé un acto de liberación cristiana en nombre de la luna, madre cósmica y arquetípica que me asistiría a renacer como un nuevo individuo, ahora con un nombre nuevo (que yo he escogido cautelosamente y pensado por años). Para liberar a Jesucristo de mí misma y viceversa construí un pequeño altar con velas, doce flores de loto (artificiales, de papel blanco, que yo misma elaboré) creando un círculo alrededor mío y de mis tres invitados: dos mujeres y un hombre, disfrazados con máscaras de gato (mis animales sagrados). En el altar coloqué un Cristo de cerámica, un martillo y un cincel; un gran lavabo que contenía agua y siete caracolas. Con pintura roja me cubrí las manos, di la bienvenida y recité la explicación del ritual. Con ayuda de los gatos sagrados hice algunas lecturas, rompí el Cristo en cuatro pedazos, separando brazos y cabeza del tronco; me lavé la sangre simbólica del pecado original y se me fue entregada una llave que representa el interruptor para entrar a la dimensión no racional de la mente y evitar la involución, que colgué alrededor de mi cuello. Fui rociada con agua en la cabeza a manera de desbautizo y después leí en voz alta un poema de Jaime Sabines, titulado La luna, que transcribo aquí para ustedes:

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieres ver.

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna, para cuando te ahogues, 
y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte y los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.


Este fue el primero de mis actos simbólicos con el fin de buscar una mejoría, una sanación personal. Espero que no sea el último.