Anónimo

Nací en el siglo XX, como casi todos los que estamos vivos el día de hoy.

Decidí no revelar mi identidad puesto que la mayor parte de la gente que sabe de mí me conoce por otros medios, en los que quizá todo lo que cuento aquí no interesa. Además, no quisiera desviar la atención del lector que viene a buscar en esta bitácora una opinión y pueda encontrar una respuesta a lo que últimamente les corroe la cabeza.

Creo que es prudente que ustedes comprendan que la información que comparto viene de mi más íntima experiencia con lo que aquí escribo. Yo, como ustedes, también comencé a formar mis propias opiniones basándome en la reflexión que hice de leer a otras personas que también han experimentado, o siguen experimentando vestigios de magia en sus vidas.

No soy un nerd del ocultismo, no tengo una vida activa en la santería ni en ninguna otra disciplina parecida. La única magia que sé utilizar es la de las palabras y lo único que me interesa es poder compartirla y multiplicarla a través de ustedes, aquellos que se entienden conmigo aquí entre líneas.

Soy una persona más que cobró vida en el universo en un cuerpo humano, cuando lo haya dejado seguirá mi energía viviendo entre las bocas de la gente que me recuerde, mis ideas en las mentes de quienes me rodearon, mi adrenalina por vivir en todos los que, como yo, no logran quedarse quietos.