viernes, 13 de agosto de 2010

Miedo a la muerte

Por muchos años tuve una fijación con la muerte, una especie de romance. Me atraía lo oculto, lo que hay más allá de la vida, lo que pasaba al morir. Experimenté la muerte de alguien cercano a mí cuando era adolescente, un amigo casi de mi misma edad, un fallecimiento inesperado. Tuve una adolescencia llena de ansiedad, de pesimismo, de esperanza por encontrar más vida en la muerte que en la propia vida, trabajando en una melancolía absurda por el dejarse morir, por el desaparecer del mundo.

Durante todo ese tiempo disfracé mi miedo a morir con una actitud de enfrentamiento simbólico en mi vida diaria, comencé divagando sobre las supuestas enfermedades que podría tener en el futuro, las posibles maneras de morir, lo que la gente hablaría de mí después del suceso, etcétera. Incluso procuré un diario suicida en el que anotaba posibles maneras de quitarme la vida. Bastante creativo. Me ocupé, pues, de vivir para morir.

Ese miedo, esa ansiedad.
La muerte es, al final, sólo la muerte y ya. La muerte es el fin. Según logro explicármelo y entenderlo, la muerte es el último trip (viaje) mental que encaramos. No sabemos cómo será, porque nunca hemos estado muertos y esto nos angustia mucho, así que creamos historias para no sentirnos tan desprotegidos ante lo inexplicable. Ideamos la vida después de la muerte, la reencarnación y otras creencias que logran disfrazar lo que realmente significa morir.

Me parecía todo el tiempo que la muerte me seguía. Yo quería, si bien, que me siguiera, así que me la encontraba en todos lados. Los charlatanes que me leyeron la palma me decían que, el padre de mis hijos moriría joven, y yo me la creí, porque la muerte me seguía. Pero la muerte no es alguien, no es una energía. La enfermedad es real, pero la muerte como amenaza no existe.

El problema con la muerte es que se le ha puesto una carga negativa. Nos han hecho creer que morir, si no es malo, es triste. Sin embargo lo que es trágico no es morir, sino sobrevivir la muerte de alguien a quien queremos. No sé en qué momento decidimos que el muerto pensaba igual que nosotros y nos tomamos la libertad de llamarlo desdichado por haber “perdido la vida” cuando lo cierto es que no la perdió, sólo la terminó.

Si hay algo que tú, yo, y todos los demás compartimos, es tal espanto hacia la muerte. Está tatuado en el cerebro de todos los seres humanos pensantes que habitamos en esta tierra. No ha habido una sola persona en la historia de la humanidad que no se haya planteado la pregunta de ¿Qué es morir?, o ¿Cómo es morir? Así que, no estamos solos en nuestra inquietud.

Comúnmente me encuentro a mí misma pensando en la muerte, ya no en lo que pasará con lo demás cuando yo muera, sino en los últimos segundos de mi existencia. Fantaseo mucho con el dejar de latir de mi corazón, con el último soplo de oxígeno en mi cerebro, con las absurdas ideas confusas que vendrán a mi mente, los colores que veré, los dolores que sentiré o dejaré de sentir. Es normal que me provoque ansiedad hacerlo, porque estoy simulando algo que no conozco. Es usual que me ponga nerviosa, porque no habrá una segunda oportunidad para morir, porque no será una experiencia que ayude a la toma de decisiones de la posteridad, porque pensamos que si no morimos bien no vamos a poder remorir de la forma que queríamos.

Pero, ¿qué es morir bien? Y ¿Cómo carajos podríamos morir mal? Si morir es terminar, es ponerle punto final, es oír la última palabra y callar para siempre, sin opiniones, sin arrepentimientos, sin felicidad, sin amargura, sin dulzura, sin palabras, sin explicaciones, sin todo y sin nada.

Sin embargo sí hay algo que me reduce los niveles de angustia respecto a morir, y no solo eso, sino que me ha enseñado, poco a poco, a disfrutar de la sola representación mental de fallecer:
Somos parte de un mundo en el que las cosas no han sido creadas para nosotros, sino que fuimos creados igual que las demás cosas, hechos de lo mismo, y de formas muy parecidas. Animales y plantas, tenemos mucho en común, pero lo más importante es que estamos hechos de materia, todos en lo absoluto, de materia. Me ha ayudado pensar que, cuando en mi refrigerador conservo un tomate que no utilicé en la preparación de mis alimentos, lo coloco en la composta que tengo en mi jardín, y más tarde tendré fertilizante para el pasto y las flores. No existe un desperdicio en esta tierra que sea materia nacida de esta misma tierra. No estamos hechos de esa basura que creamos y que aún cuando tarde miles de años en degradarse en la tierra, termina siendo parte de la misma.

Si tenemos agua para beber que nos da salud no es porque un dios vino y nos hizo y luego creó un sinfín de productos y animales a nuestro servicio, sino que nosotros también estamos al servicio de la creación entera y unos sin otros no podríamos funcionar de la forma en que lo hacemos. Somos un producto evolucionado de algo que se inició, que se engendró con agua, con tierra, con todo lo que nos hace bien y con lo que convivimos. Entonces, el día de nuestra muerte no vamos a morir frustradamente sin ser esto o aquello, porque ya somos materia y nos transformaremos en otro tipo de materia que hará otras cosas, con o sin conciencia, con o sin libre albedrío, pero lo haremos.

No es tan sencillo como se lee, toma tiempo, toma mucha reflexión entender que eso es lo que somos y siendo lo que ya somos seremos parte de este hermoso lugar donde nacimos y tuvimos vida humana, sólo que de otra forma, que no conocemos, que no nos dirán, que será tal vez instintiva, que será vegetal quizá, que no nos explicarán con palabras, que no será necesario que se nos explique. Así de mágica puede ser la muerte, el final de toda esta complicación en la que exprimimos el cerebro y ponemos tanta energía y emoción, sólo la puerta que se cierra para que se abran otras de las que no nos vamos a enterar, pero ni siquiera importa.

Lo que importa es vivir hoy la vida que tenemos en el cuerpo que tenemos con la mente que ponemos a correr. No podemos preocuparnos del modo MUERTO mientras estamos en el modo VIVO, tenemos que hacer todo lo posible por funcionar mientras se vive, ya cuando muertos será lo que tenga que ser.

Esta imagen fue tomada de este flickr, si deseas que no la utilice, deja un comentario en esta entrada. Gracias.

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